Hacía años que no disfrutábamos de un verdadero otoño, lleno de setas y de estupendas hojas marchitas. Las lluvias y la merma de horas solares no han podido sin embargo con la abundante floración que nos deparan algunas de las plantas que hemos mimado a lo largo del verano. Y en esta ocasión, son un regalo exclusivo para el disfrute de nuestros sentidos, en la silenciosa soledad del jardín.
Semanas atrás los racimos florales de las salvias se encontraban rodeados por una gran diversidad de insectos voladores. Aunque ha habido otoños en que algunos abejorros despistados han continuado visitando las inflorescencias, atraídos por sus brillantes colores bajo la luz del sol, esta vez el reclamo de las flores no ha sido suficiente para despertar de su letargo a la Xylocopa violacea o al Bombus terrestres, dos de las especies más frecuentes y activas.
En la imagen superior, tomada el pasado otoño, encontramos precisamente a uno de ellos colgado de una de las brácteas lanudas que rodean las flores de Salvia leucantha, conocida también como "salvia cruz" o "salvia rabo de gato". Al lado se aprecian algunas flores de Salvia "Maraschino". La primera no ha comenzado a florecer hasta mediados de septiembre, coincidiendo con la reducción del fotoperíodo. En cambio, las numerosas variedades de Salvia microphylla y Salvia greggii (que muchas veces, ya sea de manera accidental o intencionada, se hibridan entre ellas) llevan ofreciéndonos su llamativa exhibición de color (y deliciosos zumbidos) desde la primavera.
Parece que a estas alturas del año nos encontramos ya en el ocaso de este hermoso ejercicio solipsista. Si miramos a cierta distancia los macizos de salvias y otras plantas aromáticas, la cantidad de pequeñas chispas coloridas que destacan sobre la masa de pequeñas hojas verdes ha disminuido drásticamente. Quizás cuando caigan las últimas flores haya que esperar hasta la primavera. Antes habrá que darles una poda para redondear las matas. Si disponemos de un invernadero (o un espacio reservado, cálido y luminoso, que nos sirva para tales fines) podemos aprovechar la abundancia de material vegetal para esquejar nuevas plantas de nuestras variedades favoritas.
Salvia microphylla "Hot Lips" es una de las plantas más populares (y eróticas) del género, por su gran desarrollo vegetativo y las curiosas variaciones que ocurren en su floración a lo largo de los meses: el blanco y el rojo se combinan, durante gran parte de la temporada, en las mismas flores, coloreándose la zona inferior con ese atractivo rojo cereza que recuerda, también por su forma, a unos labios pintados, ofreciéndose para recibir la visita de los insectos y (por supuesto, esto solamente en su hábitat original) de los colibríes.
Salvia x jamensis "Maraschino", una de las plantas preferidas por jardineros y hortelanos, también posee un fuerte crecimiento vegetativo y cierta variabilidad, entre el rojo y el rosa, en su abundante floración a lo largo de la temporada. En realidad, estas fluctuaciones florales son muy frecuentes y parece que atienden fundamentalmente a factores climáticos. Otro de esos casos, también de gran desarrollo híbrido, es Salvia x jamensis "La Luna": sus racimos de flores blancas podrán adquirir diferentes reflejos entre el amarillo crema y el rosa palo. Hay plantas, sin embargo, que ofrecen coloraciones más sólidas, como "Pink Blush" y "Royal Bumble", variedades ambas de Salvia microphylla.
Casi siempre, cuando nos encontremos con híbridos de S. microphylla y S. greggii (identificados como Salvia x jamensis) estaremos ante plantas muy vegetativas y floríferas, especialmente indicadas para el jardín o las borduras de aromáticas de la huerta. Si queremos una salvia con un porte más compacto, que pueda florecer en macetas y jardineras (no quiere decir que otras salvias no lo hagan en estas condiciones, aunque sus formas desgarbadas precisan de un uso más intensivo de la tijera) tenemos a la pequeña y preciosa Salvia microphylla "Ribambelle", cuyas coloraciones varían entre el naranja veraniego y el suave rosa otoñal.
Todas estas salvias proceden de zonas áridas de México y sur de Estados Unidos. Muestran una gran tolerancia a la sequía y el calor del verano pero también al frío invernal: soportan perfectamente las oscilaciones térmicas propias de muchos climas continentales y, al mismo tiempo, también vivirán en jardines costeros, gracias a su resistencia a la brisa marina y la humedad ambiental. Hemos comprobado que los largos períodos lluviosos (o, simplemente, el riego por aspersión) no comprometen su salud, como en el caso de Salvia officinalis, mucho más sensible a las enfermedades criptogámicas.
Su capacidad de adaptación y crecimiento rápido les permitirán medrar en diferentes condiciones climáticas y edafológicas, sin llegar a ser en ningún caso especies invasivas fuera de sus hábitats de origen. Las plantas, simplemente, florecerán mientras las condiciones de temperatura lo permitan (haya o no haya insectos que vengan a aliviar su soledad). Si les procuramos un lugar luminoso y protegido, este regalo se prolongará en el tiempo. Ya sea por su belleza o por la generosidad de su floración con la fauna auxiliar del huerto y el jardín merece la pena confiarles un lugar bajo el sol.
J. J. Cabezalí
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